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"Bévues de presse" en resumen |
Notas sobre el ensayo critico del periodismo "a la francesa"
LA INFORMACIÓN CON LOS OJOS VENDADOS
Probablemente, Jean-Pierre Tailleur no imaginó nunca que la denuncia de los errores, abusos y negligencias de la prensa escrita francesa pudiera provocar tanto... silencio. Le Seuil, la gran editorial que debía lanzar su libro Bévues de presse (Errores de prensa), después de leer el original, renunció a publicarlo sin dar razones y le pidió -¿a modo de excusa?- que se guardara el dinero que le había adelantado. Otra sociedad conocida, Editions du Félin, tomó el riesgo y lo incluyó en su colección "Cuestiones de época". Pero ningún comentario - ni siquiera una critica negativa - ha sido publicado en los grandes medios, salvo en el diario Libération (unas líneas), el semanario Le Point (lo mínimo esperado) y el mensual Le Monde diplomatique (un pequeño articulo, probablemente porque Tailleur colaboró varias veces con este medio abanderado del anticapitalismo). El periodista franco-argentino ha sido invitado en radios poco escuchadas en Francia, como Radio France Internationale, y lo llamaron para dar charlas en escuelas tan prestigiosas como el Instituto de Ciencias Políticas de París ("Sciences Po") y la escuela de altos estudios comerciales (HEC). En cambio, en los meses que siguieron el lanzamiento de Bévues de presse, ninguna entre la decena de escuelas de periodismo le ha contactado, a pesar de que casi todas fueron informadas por correo oportunamente. Jean-Pierre Tailleur nació en 1961 en Buenos Aires, de padre francés y madre argentina, y se crió en el sur de Francia. También tiene doble formación en management (Escuela superior de comercio de Lyon) y en periodismo (Columbia Graduate School of Journalism). Ha trabajado como periodista económico (L'Usine nouvelle) y como corresponsal de diversos órganos de prensa en inglés, español y francés. "Me han dicho que mi libro abre puertas que ya estaban abiertas, pero eso es totalmente falso. Nunca se había analizado el contenido de los diarios como lo hice en este trabajo que me pidió más de tres años exclusivos", me confidencia después de una conferencia de prensa en la Maison de la Radio de París, a la que solo asistieron algunos periodistas extranjeros. Los franceses leen poco la prensa y las encuestas muestran una alta tasa de desconfianza hacia ella. Numerosos libros se escriben sobre la crisis del periodismo, pero en general abordan el dogmatismo, el sectarismo, la falta de imaginación, el espíritu gregario de los periodistas y el unanimismo que les caracteriza ante ciertos problemas. Los propios periodistas han hecho su "mea culpa" por coberturas escandalosamente unilaterales perpetradas colectivamente, como por ejemplo la de una matanza descubierta oportunamente en los últimos momentos de la dictadura comunista de Ceausescu. Los cadáveres fueron presentados - sin la menor comprobación - como "torturados". Después se descubrió que era una manipulación de les enemigos del tirano rumano y que entre les cadáveres recuperados había autopsiados con sus vientres recosidos en la morgue de Timisoara. Bueno, Jean-Pierre Tailleur no se encarnizó con este tipo de errores enormes de la prensa sino que analizó otros, hipócritas y persistentes, ésos que afectan a la información y que están vinculados a la falta de profesionalismo, al irrespeto de principios básicos como la búsqueda de fuentes, el ocultamiento de hechos, la verborrea teórica, la infiltración de la opinión del periodista en la información presentada como objetiva. En vez de hacer una teoría y reforzarla con hechos elegidos por aquí y por allá, Tailleur hizo un trabajo inverso, mas científico: fue directamente a los hechos, analizó las informaciones y reportajes con criterio profesional, como haría un buen profesor de periodismo. Los resultados son para la risa: nadie escapa al dedo acusador del "maestro" - ni siquiera los mas grandes órganos de prensa, como el diario de derecha Le Figaro, o como el socialdemócrata Le Monde. ¡Lástima que los "alumnos" no hayan apreciado este tipo de sermones y hayan reaccionado con mohines de indiferencia! ¿Ingenuidad de creer que bastaba ser honesto para ser escuchado, comentado y discutido sobre los errores y abusos hallados a izquierda y derecha, en la capital y en las provincias? Su libro reconoce que hay en Francia excelentes diarios y revistas pero hiere a todos con sus criticas puntuales. Además, ellas no son de carácter político -crítica "noble" que puede refutarse - sino de carácter profesional, lo que se resiente como una humillante acusación. Tailleur me confidencia, sonriente, que uno de sus amigos, profesor universitario de comunicación, después de leer su libro, le dijo con cierto cinismo que debió haber golpeado a la prensa de izquierda "o" a la prensa de derecha, pero no a las dos al mismo tiempo. Si hubiera pegado a la izquierda, habría encontrado eco en la de derecha e inversamente. ¿Por que no? Quizás es un consejo realista en este país donde sigue enquistada esa vieja división. En fin, Tailleur multiplica los estudios de casos. No tiene piedad. La prensa de provincia sale muy mal parada, en una comparación espeluznante con la española y también la argentina. Por otra parte, entre los casos de escuela figura el de Thierry Desjardins, un ensayista mediatizado y "gran reportero" del Figaro, citado por su nombre en el libro. Tailleur indica que en ciertos reportajes Desjardins no cita fuentes o bien las atribuye a personas anónimas que podrían ser inventadas. Por lo demás, el "gran reportero" del Figaro reconoció sin embarazo, en una entrevista radial, que había inventado a un personaje norteamericano que hacia declaraciones en uno de sus reportajes. Enviado especial a Gran Bretaña, el mismo premio Albert Londres escribió sobre los "150.000 franceses" que fueron a hacer fortuna a ese país para escapar al fisco francés. Pero su fuente es un solo francés y Tailleur lamenta con ironía que no haya contactado a "otros entre los 149 999 restantes". Lo que deja perplejo es que Desjardins es vedette de la prensa y ha sido galardonado con el Prix Albert Londres, el premio más prestigioso del periodismo galo, equivalente al Pulitzer en los Estados Unidos (Albert Londres era un reportero-viajero famoso de las primeras décadas del siglo XX que escribió un relato mediocre, según Tailleur, sobre las prostitutas francesas de Buenos Aires). Otro gran ejemplo concierne al diario Le Monde y su cobertura en los años 80 del escándalo de la sangre contaminada con sida que siguió siendo vendida por los responsables de las transfusiones, guiados por razones comerciales. En todos los casos, lo que mas sorprende al autor, es la falta de reacciones enérgicas frente a los autores de errores repetidos y de abusos profesionales, como si la deontología y el profesionalismo no fuesen criterios fundamentales. Los análisis críticos se suceden a lo largo del libro; su seriedad a veces fatiga. En síntesis, el autor reconoce la excelente calidad de ciertos órganos de prensa pero critica con ejemplos ciertos rasgos generales más o menos marcados, según los casos, del "cuarto poder" en Francia: autocomplacencia, corporativismo, superficialidad, ferocidad para atacar a otros actores de la sociedad e indulgencia para tratar sus propios errores y defectos profesionales. Jean-Pierre Tailleur no critica a los editorialistas ni al periodismo de opinión. Crée en el derecho a emitir las opiniones mas variadas. Pero condena que se mezclen la información y la opinión; preconiza en cambio que se aplique la norma periodística elemental de separarlas y que se respete la verdad de los hechos contenidos en la información.
Esta reivindicación se generaliza en Francia desde
hace algunos años y es planteada también por intelectuales de peso, como Régis
Debray, el ex-revolucionario y compañero de Che Guevara. El filosofo es visto
como un especialista de los medios de comunicación que no teme cosquillear la
susceptibilidad de los periodistas franceses. "La dominación del periodismo
que editorializa" afirma, citado por Tailleur, nos invita a "imitar más la
prensa norteamericana, audaz, sin grandilocuencia". ¿Cabe asombrarse del
silencio que rodea a este libro que justamente lleva como subtítulo "La
información con los ojos vendados"?
Presentación general del ensayo
¿La prensa francesa es digna de una gran democracia? Globalmente sí, pero puede mejorar mucho más. A decir verdad, sus diarios y revistas informan a menudo mal, por falta de verdaderos reportajes o de rigor, y con total impunidad. El «malperiodismo» constituye un debate en Francia, a veces, cuando se recuerdan fracasos periodisticos como el emblemático «Timisoara» (rumores de masacres durante la Revolución rumana, en 1989). Sin embargo, aquellos errores espectaculares tambien sirven para ocultar montones de faltas profesionales que son pasadas por alto. ¿Por qué los intelectuales parisinos no se preocupan por la mediocridad de los diarios regionales franceses? Estos pensadores, campeones del mundo de la crítica, luchan en primera línea contra los programas embrutecedores del tipo «Gran hermano» (llamado «Loft story» en esta Francia tan protectora de su lengua vernacular...). Más bien deberían preocuparse por la mediocridad y la futilidad ezpeluznante de los diarios de grandes ciudades como Marsella, Lyon, Lille o Tolosa. La investigación de Jean-Pierre Tailleur toma a contrapie los debates eludidos sobre los medios de comunicación, demasiado corporativistas o teóricos. El autor juzga los diarios empíricamente, y los compara con sus pares extranjeros. ¿Los reporteros franceses son menos serios que en otras partes? ¿O son solamente pobres víctimas de los poderes del dinero o de informadores deshonestos? Este ensayo está dirigido a todo el público interesado por el trabajo de los periodistas o preocupado por los bloqueos culturales específicos a Francia. Este libro, cosmopolita y concreto, es a la vez una herramienta para aprender a consumir mejor los diarios, y un manual para afilar nuestra sensibilidad europea (las diferencias entre la prensa regional francesa y española pueden ser espectaculares). ¡Buen viaje, entonces!
Jean-Pierre Tailleur nació en Buenos Aires en 1961, y estudió en la Escuela de Management de Lyon (“Supdeco Lyon”). Empezó su carrera profesional en el banco Société Générale, en Francia y en los Estados Unidos, antes de seguir su vocación por el periodismo. Despues de estudiar en la prestigiosa Columbia Graduate School of Journalism de Nueva York, trabajó con la prensa francesa principalmente. Publicó sus reportajes en diarios muy diversos, económicos como L'Usine nouvelle, políticos como Le Monde diplomatique, generalistas como El País, de adolescentes como Phosphore, o regionales como La Dépêche du Midi.
Sumario del ensayo
Prólogo ¿Por qué un ensayo sobre el "malperiodismo" en Francia? Introducción El silencio de los medios de comunicación sobre los malos medios de comunicación
(Capítulo I) Escritores de revista pero no reporteros
La frontera turbia entre
reportajes y columnas (crítica a revistas como Le Nouvel observateur). Tener una buena reputación no impide cometer graves y repetidos errores (crítica a unos periodistas respetados de Le Figaro y de Le Monde) (Capítulo III) Entre distribución de correo e investigación Le Canard enchaîné, un semanario alabado por sus investigaciones, hace denuncias con poco reportaje (Capítulo IV) Una prensa local muy pasiva Los diarios regionales franceses enfocan sobre la actualidad (inter)nacional o futil, y cubren mal sus territorios respectivos (Capítulo V) Un « benchmarking » abrumador
Las debilidades de la prensa regional francesa a través de una
comparación
con la española y la argentina. Parte II: La incapacidad de los «médicos» (Capítulo VI) La esterilidad de los debates públicos Las auditorías y los debates sobre el periodismo hacen diversión (Capítulo VII) Historiadores e intelectuales pero pocos «mediólogos» Los auscultores de la sociedad francesa descuidan su "comunicación interna" (Capítulo VIII) Enfermos ciegos ante la patología La falta de profesionalismo suscita poco interés en la profesión
Parte III: Unas terapias insuficientes (Capítulo IX) Un «meta-periodismo » a un nivel mínimo. Méritos y límites del periodismo sobre el periodismo en Francia. El defensor de los lectores de El País es más riguroso que su colega de Le Monde. (Capítulo X) Unas protecciones defectuosas Los organismos corporativos (escuela, comision de la tarjeta de prensa) vigilan mal la calidad de los diarios. (Capítulo XI) Unas ayudas mal discutidas
Las generosidades concedidas a
la prensa están desconectadas de los objetivos cualitativos
*La prensa ante las empresas: promiscuidad y pasividad del periodismo económico en Francia. *Los muertos del huracán Mitch: la ilusión ética de los periodistas franceses que acusaron a Honduras de haber multiplicado el número oficial de victimas. |
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